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ANÉCDOTAS DEL CAMPO.- El tilcuate 17/02/2011

Posted by mibervaz in VAGUEDADES.
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Cuando niño escuchaba relatos de mi padre sobre su infancia y juventud, las cuales sucedieron mayormente en el campo, en la región de la costa chica del estado de Guerrero. Un servidor, cuya existencia ha transcurrido en la ciudad, se asombraba y quedaba quieto oyendo los relatos de su progenitor y  personas mayores que han vivido en el campo. Uno de estos relatos corresponde al del tilcuate, cuyo significado en lengua náhuatl proviene de tliltic= negro y coatl = serpiente o culebra, por tanto su significado es serpiente negra.

“En una ocasión pasé por un arroyo donde se formaba una posa, en cuya orilla observé un montoncito de camarones; me pregunté, ¿quién los habría sacado y olvidado? Dirigí la mirada en un lado y otro para ver si alguien estaba cerca y sea el dueño, pero no encontré a nadie. Decidí tomarlos. Había avanzado uno cuantos pasos cuando escuché un ruido que emergía del agua; era el tilcuate que llevaba un camarón en su hocico, al no encontrar su alimento, se irguió, empezando a otear, de inmediato me detectó, probablemente por el olor que desprendía su propiedad que estaba en mi poder, para enseguida perseguirme.

Para protegerme me quité la camisa arrojándosela junto con sus camarones, se enredó en ella desquitando su coraje. Así de esa manera me libré de una segura chicotiza.” Mi padre describe a la sierpe con un color negro, negro brillante, de tal manera que en ocasiones adquiere ciertas tonalidades entre cenizo y rojizo (probablemente por los reflejos de la luz solar); le aparecen unas crestas a manera de barbas cuando esta enojado, parecidas a las del guajolote (en otros países se denomina pavo; en México es una palabra común, sin connotación de ofensa). Lo peculiar del animal es que no es venenoso; cuando se siente agredido se revuelve en el aire y lanza latigazos imprevisibles a su adversario.

Un ex compañero de trabajo y proveniente de la misma región donde nació mi padre, mencionó también lo siguiente: “un vecino, allá en el terruño, quiso entrenarse para tirar tajos con el machete, para ello buscó la cueva de un tilcuate; la encontró y al cerciorarse que estaba en el interior la taponó con la intención de que el animal saliera furioso lanzando azotes. Así fue, al tercer día destapó la cueva; salió furioso el réptil y le puso una azotaina al aprendiz de espadachín que llegó a su casa con la espalda muy golpeada,  prometiéndole a su mujer que en adelante jamás le volvería a pegar, puesto que ya había experimentado con los azotes del tilcuate lo que ella sentía cuando él le pegaba con el cinturón.”

Otro caso similar, es el que refirió Don Armando Oregón Noyola, oriundo de Cuajinicuilapa, municipio colindante con el estado de Oaxaca: “le sucedió a Pedro sapo, trabajador del cacique del pueblo  El tamale. El mismo Pedro, nos lo platicó; vio que un tilcuate se metió en una cueva, y de maldoso cubrió la entrada.  A los dos días destapó la cavidad, y salió el ofidio buscando al culpable, encontrándolo precisamente , al que llevó hasta el pueblo dándole una buena tunda en la espalda y brazos. Así que le hacíamos burla diciéndole, Pedro sapo, ahí viene el tilcuate para que te arregle”.

Cabe mencionar que el dibujo del ofidio fue realizado de “oídas” de acuerdo a la descripción de mi padre. Un compañero refiere que las “barbas” o protuberancias parecidas a las del guajolote tienen la función de estabilizadores al momento de que el animalito se tiende en el aire para dar los azotes.

En otro orden de ideas, los humanos al ir reduciendo su hábitat y por la incomprensión y miedo (a un servidor se le ponen los pelos de punta cuando observa un animal de tal tipo) en general que tenemos hacia las sierpes, estas se han  ido extinguiendo, de tal manera que hoy en día puede llegar a decirse que el tilcuate para los citadinos, es un ser mítico.

Nota: El  primer dibujo corresponde al profesor John Santiago; el segundo fue elaborado por alumnos del CETis 45.